lunes, 10 de noviembre de 2014

¿Educación infantil? más bien llamémoslo Escolarización infantil.

Son muchas las investigaciones que consideran que la edad de 0 a 3 años es fundamental para el desarrollo posterior del niño y que es una etapa primordial para la adquisición de ciertos aprendizajes. Es por ello que si la educación de por sí ya debería ser excepcional fuera la edad que fuera, más aún si tenemos en cuenta la relevancia de estas edades, ésta debería ser de altísima calidad.
Y esta altísima calidad, debería acentuarse para aquellos niños de entornos empobrecidos en los que se supone (mal supuesto, por cierto) que la estimulación de los mismos es menor a la de las altas esferas. En estos casos, por tanto, la educación ofrecida debería de manera inexcusable ser la mejor, con el fin de conseguir una compensación de esa falta de estimulación que se les atañe a las clases más bajas,  ciertas razas étnicas y a familias con ciertas condiciones socioculturales.
No obstante, la realidad educativa que encontramos en España deja mucho que desear en este sentido. Es cierto, que si tenemos en cuenta simplemente el porcentaje de alumnado escolarizado en la etapa de educación infantil (100%), siendo ésta voluntaria, frente al porcentaje de otros países, muchísimo menor, podríamos concluir que sin duda España es uno de los países que más atienden a esta edad desde la escuela, aspecto aparentemente muy positivo.
Dicho porcentaje, en cambio, no obedece a motivos relacionados con la calidad de la educación ofrecida en las escuelas frente a la educación ofrecida en las casas u otros medios. Es decir, no es la calidad lo que prima a la hora de optar por dicha opción.Obedece a otro tipo de motivos, como los falsos mitos de que si un niño llega a primaria sin haber estado en infantil su base es muy pobre y le costará posteriormente seguir el ritmo, o la falsa creencia de que la familia no educa ni estimula lo suficiente. Esto, añadido a que desde el gobierno no se apoya ni se promueve otro tipo de iniciativas diferentes a la escolarización en centros de infantil, ofreciendo una escolarización gratuíta en estos centros, pero no en cambio por educar a tu hijo en casa, como sería el caso de Noruega donde los padres reciben 800 euros por educar a su hijo en casa cuando sus estos tienen de 0 a 3 años.
Existe toda una cultura en nuestro país que te empuja a escolarizar  a tu hijo/a en infantil, tanto que aquellos padres que no lo hacen se les culpabiliza y se les tacha como menos de irresponsables.



No obstante, este énfasis en la escolarización de estos niños podría tener sentido si estuviéramos seguro de que esto fomenta su desarrollo, ése tan importante a estas edades. Pero lamentablemente las investigaciones realizadas no correlacionan el escolarizarse en la etapa de infantil con el desarrollo de los niños/as.
Esta correlación no se da por el simple hecho de estar escolarizado, sino que depende, como es obvio de la calidad de la educación que se les ofrece, del método empleado. Si el centro en el que están escolarizados les ofrece una educación de calidad, el desarrollo del niño/a obviamente estará garantizado y viceversa.
La calidad del sistema educativo español en la etapa de infantil es bastante cuestionable, para empezar porque hay factores objetivos que determinan la calidad y que no se están cumpliendo, como es el caso de la ratio en las aulas. Unas aulas que albergan a unos 20-25 alumnos para un solo maestro/a hace prácticamente imposible poner en marcha mucho de otros aspectos esenciales para garantizar esta calidad: la individualización de la enseñanza, el cuidado óptimo de los alumnos, la organización de las aulas y la distribución de los alumnos por las mismas, etc.
A esto se une una falta de preparación del maestro ante la atención a esta etapa. Somos uno de los países cuya formación en magisterio dura más años frente a otros países, en cambio, basta mirar sus planes de estudios para darnos cuenta de que apenas incluyen asignaturas en las que se estudie la psicología del desarrollo del niño, o un estudio evolutivo del mismo. Hacen falta pocas explicaciones para justificar la necesidad de la presencia de estos contenidos en la carrera. El saber cómo el niño aprende, en qué momentos, de qué manera, qué hitos son los más importante en cada edad, cuál es la mejor forma de estimularles, etc…son contenidos que todo maestro debería conocer, entre otros, para organizar como mínimo a su grupo de alumnos, su manera de enseñar o estimular y de trabajar con ellos. Si miramos hacia otros países como Inglaterra veremos cómo el tiempo de formación es menor, pero en el master que realizan para poder ser maestros destinan una cantidad grandísima de créditos a la psicología del desarrollo.
Es por ello, que parece que la calidad de la escolarización es España se mide por la cantidad ( de años, tiempo que pasan los niños escolarizados y años de estudio de magistario), pero no tanto por la calidad de la misma.
Anteriormente hacía referencia a un mito extendido en España, que es la “falta de base” o la “falta de estimulación” con la que llega un niño a primaria si no ha estado escolarizado previamente. Por un lado, no le falta razón a tal afirmación, en tanto al sentido que demos al concepto “ falta de base” o “estimulación”. Digamos que es cierto que un niño que llega por primera vez a primaria estará perdido en cuanto al funcionamiento del sistema y estará menos entrenado en aquello que el sistema pretende instruir. Pero ¿implica esto que esté menos estimulado (en el gran sentido de la palabra) o implica esto que el niño está peor educado?, porque si hemos dicho anteriormente que el desarrollo se verá estimulado y será favorable en tanto que se ofrezca una educación de calidad, y ésta ya hemos visto que en la mayor parte de los casos brilla por su ausencia, ¿ por qué un niño en primaria parte de peor posición que otro

que ha estado previamente en infantil?. La respuesta es clara: No es porque el niño que ha estado en infantil tenga más aprendizajes, más estimulación, haya gozado de mayores oportunidades de aprendizaje, etc. Sino porque éste ha recibido un mayor entrenamiento en saber cómo funciona el sistema que se le pedirá en la etapa de primaria. En el peor de los casos sabrá hacer fichas, a guardar turnos en la fila, a salir corriendo cuando suene el timbre, etc. Es decir, todo un sistema de funcionamiento que se habrá perdido el niño/a que ha permanecido en su casa. Por lo tanto, dicho mito no tiene nada que ver con una mejor estimulación.
El sistema educativo español está planteado como un sistema de exclusión social. Nos enseña a saltar barreras para seguir adelante y sin duda, quien no pasa por la etapa de educación infantil lo tiene más difícil para pasar las siguientes.
La escolarización en esta etapa de infantil, tal y como está planteada actualmente en nuestro país, y especialmente en el sur de éste, y la organización de la misma, parte de un supuesto teórico muy extendido: “ los niños son cabezas vacías que hay que llenar de contenidos”. Esta premisa explica gran parte de las metodologías y estilos educativos utilizados en las aulas: Un estilo totalmente directivo, en el que se supone que el maestro/a tiene el poder de la información, y trata de enseñarla a unos niños/as que parten de cero completamente en todo.
Esta teoría obvia por completo el desarrollo natural del niño y los conocimientos previos e innatos con los que el niño parte. Esto lleva a que “todo” debe ser enseñado, todo se convierte en un contenido a enseñar o instruir. Es por ello que no se deja libertad al niño para explorar, para aprender, para desarrollar sus potencialidades, ya que se suponen que no existen. No se parte de la idea  del aprendizaje del niño como un proceso que debe ir descubriendo de manera natural, como todos tenemos tan claro que ocurre por ejemplo con el proceso de aprender a andar, y ante el cual nuestra función es de actuar simplemente de mediadores o facilitadores de dicho proceso o ¿a alguien se le ha ocurrido dar clases de andar a un niño pequeño?  Parece mentira que lo tengamos tan claro en casos como éste, y no seamos capaces de generalizarlo a otro tipo de aprendizajes como, la lectura, la escritura, el dibujo, las habilidades de autocuidado, etc. Donde el niño podría también aprender de una manera lúdica y natural, dejándose guiar por su proceso evolutivo.
Lo verdaderamente aterrador es que hemos convertido en desarrollo natural en una programación a enseñar dividida en áreas de conocimiento, con sus objetivos, contenidos y una metodología que no da libertad ni deja margen al crecimiento personal, sino que instruye.
Enseñamos habilidades sociales como quien enseña matemáticas, como si hacer amigos fuera igual que sumar uno más uno. Bajo esta concepción organizamos las clases en actividades estructuradas, donde obviamente sólo caben dos categorías posibles: lo que está bien y lo que está mal. Los niños aprenden a que sus “producciones “ están correctas o incorrectas, en base al modelo que se pretende enseñar . Esto es totalmente contrario a lo que sucede en Alemania, en el que el 86% de los educadores utilizan un modelo libre, y en el que no caben las valoraciones como “estás jugando mal a las casitas”.
Los niños aprenden a que hay cosas ciertas y cosas falsas, a que las cosas las hacen bien o mal y que por lo tanto cuando te pregunta el profesor hay que acertar la respuesta. Prueba de ello fue el experimento realizado por Piaget que posteriormente fue cuestionado por Margaret Donalson donde los niños tenían que elegir el vaso que más cantidad de líquido tenía  cuando previamente habían confirmado que tenían la misma. Los resultados de Margaret tiraron por la borda los resultados del experimento de Piaget, partiendo del supuesto de que los niños eran investigadores en potencia y que por lo tanto esos resultados no cuadraban.Ella confirmó que la clave de estas respuestas no estaba en lo que ellos pensaban, sino en la manera en que se les preguntaba, de tal forma que cuando a los niños se les cambió el agente que realizaba las preguntas y ésta se las planteaba un muñeco loco que podía hacer preguntas tontas, como se les dijo, la mayoría de ellos afirmaron que los dos vasos tenían la misma cantidad aunque el formato del vaso cambiara, como era obvio y que el muñeco preguntaba tonterías Esto simple ejemplo es espeluznante, porque demuestra no sólo que se nos instruye en una dirección ,sino que se nos inhibe o se nos bloquea el crecimiento en muchos otros aspectos, como la creatividad, la toma de decisiones libre, el desarrollo natural de nuestras potencialidades, etc.
Y por otro lado, no dejamos de ser figuritas a las que hay que enseñar lo mismo. Todos debemos aprender un currículum común, todos debemos pasar el mismo tipo de evaluaciones, de lo contrario, el sistema nos irá descartando y orientando hacia diversos caminos. Es curioso que se hable de atención a la diversidad, de necesidades educativas especiales y la importancia de una escuela inclusiva, cuando los objetivos a alcanzar son inamovibles, y en el caso de serlo esto lleva una implicación, que es salirse del sistema o cerrar puertas a la continuación del mismo y lo que ello conlleva: no poder realizar una carrera, no optar a opciones de master, menos formación para encontrar trabajo, etc. Estamos en un sistema hipócrita que pretende por h o por b que un niño de 3 años sepa hacer fichas, y cuya atención a la diversidad consistirá como máximo en buscar los medios, estrategias y vueltas para que el niño con necesidades educativas especiales que no puede hacerlo por sus medios lo haga.
Teniendo en cuenta tal situación, parece difícil abordar el papel de orientador en un centro, como es mi caso, ya que habría que partir por desmontar todo un sistema de creencias y de intereses que son las que imperan en las aulas para poder empezar a cambiar un poco las cosas. La impotencia nunca fue un gran motor de cambio, pero esperemos que eso no nos quite las fuerzas para seguir intentando una realidad distinta.